La Segarra es una de esas comarcas catalanas poco conocidas, casi olvidadas. Todos conocemos la Vall d' Arán, l'Empordà, los Pallars o el Delta de l'Ebre. Poco conocemos de otras zonas que, sin embargo, nos deparan paisajes cuanto menos diferentes o historias más que interesantes.
Se trata de una altiplanicie, entre 500 y 800 m, muy ondulada, surcada por 4 pequeños ríos (Cercavins, Ondara, Siò y LLobregòs), poco caudalosos, que la cruzan de Este a Oeste para desembocar en el gran Segre, que han moldeado un mosaico compuesto por cultivos de cereal, alternados con algunas zonas boscosas, especialmente en el sur, que linda con la Conca de Barberà y el norte, fronterizo con el Solsonès. El clima es seco y continental. Si la comarca fuera más llana nos recordaría algo a Castilla, máxime teniendo en cuenta que también es una tierra de castillos.
La capital es Cervera y tiene un total de 21 municipios, no llegando a 20.000 habitantes. Es una tierra dura y es el centro de la Catalunya vella (vieja), como demuestra el hecho de que casi el 95% de la población es catalanohablante. Sin embargo es curioso que en la Guerra de Sucesión Cervera se puso del lado de Felipe V, hecho que fué recompensado por el monarca otorgándole una Universidad y aboliendo el resto de Universidades catalanas. Evidentemente ahora esa Universidad está abandonada y ahora esta ocupada por un Instituto de Educación Secundaria.
Llama la atención la dispersión de la población. Cada 1-2 Km encontramos núcleos habitados (ahora mas bien deshabitados), cada uno con su correspondiente castillo en lontananza. Dudo que haya en la Península otra zona con mas densidad de castillos que la Segarra. Fueron construidos en la Reconquista en el Siglo XI. Sin embargo no espereís encontrar grandes castillos, sino todo lo contrario: como corresponde a un país pequeño como Catalunya, son construcciones pequeñas, mas pensadas para vivir, muchas transformadas en viviendas. El otro elemento que moldea la comarca son los márgenes de piedra seca, que a lo largo de los siglos han transformado pendientes en bancales. De hecho existía una profesión ("margers") que se dedicaba en exclusiva a tan paisajístico trabajo. Es un goce para la vista ver esos muros de piedra seca, sin ninguna argamasa, subsistir todavía.
Hemos dividido arbitrariamente (aunque bastante juiciosamente) a la comarca en 3 zonas: Baja Segarra (valles del Cercavins y Ondara), Media Segarra (Valle del Siò) y Alta Segarra (Valle del LLobregòs). Empezamos este periplo por la Baja Segarra, que limita al sur con el Riu Corb, una zona muy interesante de visitar ya que en ella se sitúa el mas curioso de los Monasterios de la Ruta del Císter: Vallfogona de les Monges. De hecho la ruta la iniciamos fuera de la Segarra, en un precioso pueblo llamado La Cirera ("La Cereza"), que volvimos a visitar buscando las fuentes del Corb, que tiene su mas caudaloso nacimiento debajo mismo del pueblo, aunque oficialmente nace algo mas arriba en una raquítica fuente. ¿Cúal es el verdadero río? ¿El Missisipí, mas cuadaloso o el Missouri, más largo?
Camino de La Cirera, ya en tierras de La Segarra
Como casi todos los pueblos de estos lugares, están situados en alto, dominando los pequeños valles, pensados para ser defendidos. La Cirera celebra una fiesta por Sant Marc, celebrandose con los pocos vecinos que viven y los más numerosos veraneantes una magnífica paella. Destaca sobre todo la Iglesia, muy bonita y bien conservada
Iglesia de La Cirera
Ya vereís que me encantan, casi obsesionan, las texturas, y estos son pueblos viejos, continua excusa para parar en muchos rincones. Debajo del pueblo hay una zona donde se puede comer, con buenas sombras y vegetación mas frondosa, donde aprovechamos para comer a mediodía.
Cruzada ya esa imperceptible frontera con la Conca de Barberá volvemos a meternos en plena Segarra. Desde la carena divisamos varios pueblos, siempre en alto. El primero que visitamos es L'Ametlla de Segarra, como su nombre indica con diversas plantaciones de dicha fruta seca. Lo más destacable es la Iglesia, del Siglo XII y el Castillo del Siglo XI, del que se conserva un magnífico torreón circular de 15 m de alto, al que subimos para ver las magnificas vistas. Fué donado por Ramon Berenguer en el 1077 a Acard Miró, señor de Tarroja. Por supuesto una imagen más de texturas.
L'Ametlla de Segarra
Tras pasar por el coll de l'Arca nos metemos de lleno en el primer río que modela el territorio de la Segarra, el Cercavins. Mas que río es un modesto arroyo. Como su nombre indica más adelante el terreno se hace más árido y empiezan a aparecer viñedos. Dejamos Montoliu de Segarra a nuestra derecha y empezamos a descender hacia Montornès de Segarra, con una gran escuela, hoy abandonada. Nuestro próximo destino es uno de las "Vilas closes", cuya traducción seria mas o menos villas cerradas, en este caso por una muralla. En este caso el llamado Mas de Bondía, que esta formado por una sola calle, a la que se accede por una reja.
Valle del Cercavins desde Montornès de Segarra. Al fondo L'Ametlla de Segarra.
Entrada al Mas de Bondía, con la reja al fondo.
Unica calle de la población, con la iglesia a la derecha.
Texturas, texturas...
Curiosas cerraduras, por supuesto con una buena dosis de textura...
Salimos brevemente del límite de La Segarra para visitar la localidad de Verdú, conocida por su cerámica negra, de este color porque era sometida a un proceso de cocción con los sarmientos de los viñedos de los alrededores. Antaño habían docenas de artesanos, de los que apenas quedan en activo. El principal recurso económico son los viñedos, destinados básicamente a cava. Es de destacar el Museo de Juguetes y Autómatas, que no visitamos pero que es de los más importantes del mundo, con más de mil objetos destacados. Tiene unas botas de Messi y de Iniesta, pero básicamente se nutre de juguetes antiguos.
Un recuerdo de antaño de Verdú
Unas texturas...para no aburriros...
Metiéndonos de nuevo en La Segarra tomamos una pista que nos sorprendió muy gratamente por la cantidad de aves (sobre todo trigueros, perdices, abejarucos y alcaudones) y los paisajes. Parecía muy buena para carracas, pero al parecer llegan a partir de Mayo.
Los bravos y bonitos alcaudones...
El triguero mirándonos y en acción...
Una preciosa perdiz roja...
Y las siempre maravillosas amapolas
El siguiente pueblo que visitamos ya vierte sus escasas aguas al segundo río de Sur a Norte, es decir, el rio Ondara. Se trata de Castell de Granyena, por supuesto coronado por otro castillo, del que apenas quedan algunos muros. Curiosamente se trata de un Castillo de la Orden de los Templarios, ya que Ramon Berenguer III lo donó a estos caballeros el año 1130, aunque en realidad data del 1054. Cuando fué disuelta esta Orden en el Siglo XIV paso a pertenecer a la Orden del Hospital.
Magnificas vistas desde lo alto del pueblo
Restos de los muros del castillo. ¿Acaso un símbolo templario?
No os librareís de lo decadente...con texturas...
Y otras vistas excepcionales con esa luz mágica del atardecer
Y acabamos este recorrido por la Baja Segarra en Granyadella, con un excelente aceite de oliva arbequina. La última imagen corresponde al Castillo de Fonolleres, entre la Nacional II y el rio Ondara, ya anocheciendo, antes de llegar para pernoctar en Cervera.
Curioso picaporte...
Castillo de Fonolleres
Buenas Josemi, cuando pongas una entrada en el blog me mandas un correo para saberlo, estas dos entradas son muy interesantes ademas de por el relato, las fotos están preciosas, con muy buena luz y detalle. Que bueno es conocer rincones de la Península que desbordan hermosura por los cuatro costados. Un saludo
ResponderEliminarEn teoría te envié un mail. Luego lo repaso. Un abrazo.
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