(21 y 22 de Febrero 2015)
Como casi todos los años, o al menos cada dos de ellos, volvemos inexorablemente a contemplar la maravillosa agrupación de decenas de miles de grullas (Grus grus) en la Laguna de Gallocanta. ¡Qué maravillosa locura (otros dirían frikismo...), que nos impulsa a pegarnos una paliza de 400 Km hasta una fría paramera!
Estas grandes aves suelen recalar en tan querencioso lugar para ellas sobre los meses de Noviembre y Febrero. Crían en el norte de Europa y se desplazan a Iberia, especialmente a las feraces dehesas extremeñas.
La laguna de Gallocanta es una laguna endorreica, de escasa profundidad (máximo 2 metros, aunque la profundidad media es de 70 cm) y aguas salobres, emplazada en una altiplanicie azotada por el sol en verano y el viento en invierno. Mide unos 7 Km de largo y 2 Km de ancho cuando está totalmente llena, tratándose de la mayor laguna salada de Europa. Sus alrededores están cultivados de cereales, de los que se aprovechan las grullas en esta época, aunque una acertada política de subvenciones a los agricultores mantiene el equilibrio entre naturaleza y agricultura, ya que consumen parte de las semillas de los campos.
Como la última ocasión, vamos con Juan Carlos y Núria, esta vez acompañados de unos amigos (Axel, Jordi, Diego y Yolanda). Como Allucant estaba a tope nos hemos alojado en una casa rural en medio de las parameras, concretamente en Odón, a la que llegamos el viernes por la noche. Además hemos tenido la suerte de coincidir con Santi Villa que llevaba a un grupo de pajareros desde Madrid y que nos enseñó la zona de la Torcas y con John Muddeman, que estaba con la familia en Allucant. Además en el grupo iban viejos conocidos como Chus y Edu. Todo un placer.
Tras un buen desayuno y con un cielo gris, frío, viento y algunos copos de nieve, nos desplazamos hacia la laguna disfrutando por la carretera de la visión de decenas de grullas, milanos reales y negros, y, especialmente de bastantes ejemplares de aguilucho pálido, todos hembras o jóvenes. También vemos muchos fringílidos y abundantes gorriones chillones.
Primeras grullas (Grus grus) en el camino de Odón a Gallocanta
Tres hermosos ejemplares adultos.
Detalle de un adulto, con su característico píleo rojo y abombada cola.
Alimentándose de las semillas en los campos arados.
No obstante, siempre nos vigilan con el rabillo del ojo.
Gorrión chillón (Petronia petronia) en un tejado de Bello.
Al llegar a la laguna nos dirigimos a uno de los miradores, para poder observar la laguna en toda su extensión y con la esperanza de poder ver algún bigotudo. Aunque no lo vemos si que observamos, aunque sin poderlos fotografiar, algunos machos de escribano palustre.
Increíble visión de centenares de grullas volando sobre la laguna.
Pasando frío y observando anátidas.
Curiosa perspectiva de las grullas volando y al fondo la localidad de Gallocanta.
Laguna de Gallocanta y al fondo la Sierra de Vicort y el cerro de Santa Cruz.
Buscando la protección del viento desde lo alto del mirador
Ermita del Buen Acuerdo, curioso nombre por cierto...
Amplias extensiones con las grullas en primer término.
Después de una reparadora comida en el Albergue de Allucant, regentado por Javier y su pareja cubana de cuyo nombre no me acuerdo, volvemos hacia el extremo sur de la laguna, bordeando el lado este, con observaciones interesantes como podeís ver a continuación.
Esperando la comida con buena compañía.
Ratonero común (Buteo buteo).
Zorzal charlo (Turdus visciborus)
Vista hacia el oeste de la laguna.
Hembra o joven de aguilucho pálido (Circus cyaneus).
Berrrueco, con su castillo a la izquierda.
Precioso grupo de ortegas (Pterocles orientalis) en vuelo.
El mismo grupo posado. Parecen un macho, una hembra y un joven.
El castillo de Tornos.
Oriol desafiando al viento para recoger dos plumas de grulla.
Esmerejón (Falco columbarius) posado en los campos.
Llegamos ya al atardecer al Centro de Interpretación del lado sur de la laguna. En el extremo norte hay otro al lado de Gallocanta, un horrible edificio por el que te cobran entrada y lleno de animales disecados. La explicación de este absurdo es que la laguna esta a caballo entre dos provincias, Zaragoza y Teruel. Aunque la temperatura no es bajo cero el fuerte viento hace que la sensación de frío sea intensa y buscamos el refugio de las paredes o de los vehículos. No obstante, el espectáculo vale la pena.
Grullas volando sobre Tornos.
Bandada de ánades rabudos (Anas acuta) que se dirigían a la laguna.
Puesta de sol con las grullas en lontanaza.
Panorámica hacia el este de la laguna con la dorada luz del atardecer.
Vale la pena pasar frío para gozar de este anual expectáculo.
El astro rey se despide de nosotros.
Volviendo hacia el albergue de Allucant para tomar un reconfortante y caliente café.
Al día siguiente decidimos visitar la zona del embalse de las Torcas, cerca de la localidad de Tosos, pero pasando de nuevo por la parte oeste y norte de la laguna (las Cuerlas) para intentar ver de nuevo a las lechuzas campestres (Asio flammeus), de las que habíamos visto 3 ejemplares la noche anterior. En el camino volvimos a disfrutar de las grullas y los aguiluchos. Gracias a la aguda visión de mi vástago localizamos a una lechuza campestre, inmóvil, junto a una franja de rastrojos. Nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que no había una sino 6 lechuzas en un trecho de apenas 50 metros. Largo rato estuvimos viéndolas, hasta que llegó un todoterreno que se paró detrás nuestro. Cuando por señas les indicamos lo que había alucinaron y empezaron a sacar prismáticos, telescopios y otros artilugios, con lo que el coche adquirió un curioso vaivén.
Acariciando las hierbas con su vuelo rasante.
Grullas disfrutando de uno de los escasos momentos de sol.
Utilizando un símil taurino, quizás poco apropiado en estas páginas, pero muy elocuente por las cifras, os dejo a continuación la imagen de los 6 ejemplares.
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Y seis..
Seis lechuzas campestres , seis...
Una visión divina, celestial, cósmica, orgásmica...Pasará mucho tiempo hasta que podamos disfrutar de tan alta concentración "campestre"...Se lo diremos bajito a Santi...Personalmente sólo la había visto en Noruega y en el quinto pino...
Nos dirigimos hacia el embalse de las Torcas, donde esperamos encontrarnos de nuevo con Santi Villa, que nos ha comentado que hay una pareja de águilas perdiceras (Hieraaetus fasciatus). Entramos por el extremo sur, siguiendo por pistas hacia la presa, donde nos encontramos con el grupo de Spainbirds.
Planicies al norte de Gallocanta, con la localidad de Used al fondo.
Grullas emprendiendo posiblemente su largo viaje al frío Norte.
Coloridos paisajes camino del embalse de las Torcas.
¿Acaso cazará por estos lares nuestra querida perdicera?
Embalse de las Torcas, mirando hacia el sur.
Contemplando el paisaje antes de llegar a la presa.
Castillo de Tosos.
La pareja de perdiceras en su posadero.
Tras despedirnos de Santi Villa, Chus, Edu y el resto de madrileños, vamos a comer a Villanueva de Huerva, donde comemos estupendamente en el local que hay a la entrada del pueblo. Pasado Tosos vemos un par de águilas reales en unos cantiles. Decidimos volver por Belchite a ver si hay suerte y vemos a la alondra ricotí, pero por mas que buscamos sólo hallamos a otros alaúdidos y a algún grupo de gangas a lo lejos. Habría sido un bimbazo, pero con las lechuzas nos damos por satisfechos. En todo caso nos queda la grata visión de las coloridas estepas de Belchite, que nunca me canso de admirar. En esos terrrosos cultivos, franjas de vegetación y rojos y blancos cerros en el horizonte hay una belleza indudable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario